-Ahora, Gruñón, Mudito, vamos Tímido, Feliz, arriba, Perezoso, Dormilón y tu también Mocoso. JE, JE, JE, cof, cof, cof.
El tío Albert se había vuelto a emborrachar como una cuba y estaba en la buhardilla sobre la caja de los trastos viejos del abuelo fustigando la cabeza de ciervo disecada que allí se guardaba mientras vociferaba los nombres de los siete enanitos porque nunca se había aprendido los de los putos renos.
-A la puta cama-rugí furioso-. Todas las jodidas navidades la misma canción, no vuelves a tocar el brugal con cola, he dicho.
Y así se cumplió el ritual navideño de los Smith un año más.

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